LA FILOSOFÍA DE KANT

Thursday, May 04, 2006

LA FILOSFIA DE KANT

TEMA 4. LA POSTURA DE KANT ANTE LA METAFISICA
TEXTO: Rafael Bascuñana Benítez (curso 99-00)

1.- CORRIENTES DE PENSAMIENTO QUE INFLUYEN EN KANT.

1.1. Racionalismo.

Durante el siglo XVII el Racionalismo es la corriente filosófica imperante. Desde Descartes se ha mantenido vigente la convicción de que la razón es capaz de alcanzar la esencia última de la realidad: Malebranche, Espinoza y Leibnitz continúan la línea emprendida por Descartes en tal sentido. Todos ellos están convencidos de que la razón humana, utilizada correctamente, puede penetrar en los secretos últimos de lo existente e, incluso, conocer cuestiones relativas al principio de todos los principios: Dios. A partir de esa realidad suprema se pueden deducir otras que dependen de ella. Es decir: la razón puede generar verdades sin estar sometida a la tiranía de los sentidos.

Esta línea de pensamiento continúa predominando en Alemania durante gran parte del XVIII a través de Wolf -filósofo extraordinariamente sistemático que pretende continuar el pensamiento de Leibnitz con un racionalismo radical (sostiene, por ejemplo, que toda la realidad se puede deducir lógicamente a partir del principio de no contradicción)-, aunque tiene una fuerte oposición por parte de Crusius, quien influenciado por Locke, se oponía a tal posibilidad. Crusius propugna la libertad humana frente al determinismo de Wolf.

Kant desarrolla su actividad filosófica en este ambiente y no rompe con el mismo hasta los últimos años de su vida, en los que encontrará un camino propio y radicalmente original.

1.2.- Empirismo.

El siglo XVIII se caracteriza, fundamentalmente en las Islas Británicas, por una corriente eminentemente crítica hacia el racionalismo. Los filósofos empiristas adoptan un punto de vista diferente al racionalista: la mente tiene unas limitaciones que la imposibilitan para conocer esos principios últimos. Hume lleva esta crítica a sus últimas consecuencias: la última realidad es la impresión. Más allá de esta evidencia no podemos ir. Y ello en dos sentidos que podemos recordar brevemente:

1.- No podemos saber si existe "algo" que nos produce las impresiones. El interrogante planteado tiene un significado radical: no sólo ignoramos "qué es" aquello que está más allá de lo que percibimos (por ejemplo qué es lo que fuera de mi "yo pensante" se corresponde con la mesa que veo), sino que ni tan siquiera sé si existe ese "algo" externo que puede "producir" en mí la impresión mesa.

2.- Tampoco sé si esa impresión se produce en un "yo" que es el que tiene tal percepción, pues, en opinión de Hume, al no existir la impresión "yo", este término carece de valor.

Se trata, en suma, de una posición totalmente contraria al racionalismo y que servirá de estímulo a Kant para romper con esta linea de pensamiento en el que fue educado filosóficamente.

1.3.- Ni Racionalismo ni Empirismo.

Según sus propias palabras es la lectura de la obra de Hume la que le "despierta del sueño dogmático", es decir, del Racionalismo dominante. Sin embargo, aunque acepta buena parte de la crítica del filósofo escocés a los pensadores racionalistas no comparte sus excesos. Para Kant, en efecto, la duda sobre "lo que es", en sí mismo, aquello que produce nuestras sensaciones, no implica negar su existencia y naufragar finalmente en el escepticismo más radical.

Un ejemplo nos puede orientar sobre el asunto. En este momento estoy percibiendo (sintiendo, viendo... según Descartes "pensando") la mesa sobre la que escribo. Siguiendo al propio Descartes, sé que es absolutamente seguro que existo yo (cogito ergo sum) y que tengo en mi mente esa idea "mesa", independiente de que exista (o no) fuera de mi pensamiento el objeto que me la produce. Hume estaría básicamente de acuerdo con esto (aunque no con el paso posterior dado por Descartes en el que es Dios quien garantiza la realidad exterior), y diría que lo que en verdad se produce es la impresión compleja "mesa" y nada más, pues ignoro si "fuera de mí yo pensante" hay algo que produce la tal impresión y también si "dentro" existe ese "yo pensante" que sea lo que recibe la impresión.

Sin embargo Kant es de otra opinión. Para él es preciso admitir que esa "impresión" no puede ser algo aislado e independiente, sino que es necesario que existan dos realidades: por un lado, algo "fuera", más allá de la impresión misma -aquello que me produce la impresión mesa- y, por otro lado "algo" que esté "más acá" de tal impresión -el supuesto "yo" denostado por Hume- que, aunque desconocido, es necesario admitir para explicar una percepción que es "mía". Es decir el esquema anterior se mantendría igual, salvo que los interrogantes no son radicales: Kant cree en la existencia de una causa externa (aunque, como veremos, desconocida) de las percepciones y de un "yo" -por supuesto también desconocido- que "tenga" tales percepciones. Con lo dicho nos damos cuenta de que en Kant confluyen las dos grandes corrientes: racionalismo (no todo se limita a la percepción pues hay factores subjetivos -y previos a la experiencia- fundamentales) y empirismo (estas realidades puede que no sean accesibles para la razón -esa es la cuestión a dilucidar- y no podemos rebasar los límites de la experiencia).

1.4.- El ejemplo de la ciencia de Newton.

Kant conoce perfectamente la obra de Newton. Sus primeros ensayos son un intento de divulgar entre sus conciudadanos las ideas del gran científico inglés. Le llama la atención que la Metafísica se encuentre postergada en relación a la física y las matemáticas, por lo que uno de sus objetivos fundamentales será indagar la razón de que ocurra tal cosa. El conocimiento válido es el científico. Por lo tanto es objetivo prioritario, piensa Kant, estudiar la razón por la cual es así. Saber por qué cuando la razón funciona "científicamente" genera juicios correctos y cuando lo hace "filosóficamente" genera juicios dudosos y hasta contradictorios. 1.5.- La culminación del pensamiento ilustrado. A todo ello hay que añadir que en el filósofo de Konigsberg se produce la culminación de toda una corriente dominante del siglo XVIII conocida como Ilustración."Fue un amplio movimiento de ideas , no sólo de carácter estrictamente filosófica, sino cultural en su sentido lato, que constituyó un 'estado de espíritu' y vino a impregnar todas las actividades literarias, artísticas, históricas y religiosas..." proponiéndose como meta "la exigencia de claridad, mejor, de clarificación, que se propuso con respecto a todas los aspectos y dimensiones de la vida humana." [1] O, en palabras del propio Kant:

"La Ilustración consiste en el hecho por el cual el hombre sale de su minoría de edad. Él mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otros. Sapere aude: ten valor de servirte de tu propio entendimiento. He aquí la divisa de la Ilustración."

Kant asumirá plenamente esta tarea como propia y, para darle cumplimiento, se planteará como objetivo primero e ineludible hacer una autocrítica de la razón: la propia razón ha de autoanalizarse para saber las estructuras de su funcionamiento y, consecuentemente, sus límites y posibilidades.

El planteamiento Kantiano parte de tres preguntas fundamentales ya que...

"El campo de la filosofía...puede reducirse a las siguientes preguntas: 1.- ¿Qué puedo saber? 2.- ¿Qué debo hacer? 3.- ¿Qué me está permitido esperar? 4.- ¿Qué es el hombre? A la primera pregunta responde la Metafísica; a la segunda, la Moral; a la tercera, la religión, y a la cuarta la antropología. Pero en el fondo, se podría considerar todo ello como perteneciente a la Antropología, pues las tres primeras preguntas se refieren a la última." (Lógica. Intr. 3)

La primera de estas preguntas resulta clave. Demuestra que, en contra de los racionalistas, Kant no da por supuesto que pueda saberse "todo". Habrá que precisar desde el principio "hasta dónde" puede llegar la razón, el pensamiento del ser humano. A los racionalistas les ocurriría algo similar a lo que le sucedería a un atleta excesivamente optimista: quiere saltar tres metros...o cuatro... incluso desprecia saltar menos y ni tan siquiera lo intenta. No se da cuenta que de nada sirve el entrenamiento si no tiene facultades para conseguirlo.

Para evitar que, en el terreno del conocimiento humano ocurra algo similar lo primero será saber si está capacitado o no para el empeño. De no estarlo todo el esfuerzo será en vano. Perderá el tiempo intentando lo imposible, tratando de conocer lo que está más allá de sus posibilidades. Por ello Kant emprende una "Crítica de la Razón Pura", es decir, un análisis de la razón para saber cuales son sus facultades y capacidades. Con ello podrá decidir "hasta donde" puede llegar. Si la razón intenta saber de aquello que esté fuera de sus posibilidades estará malgastando el tiempo, al igual que el atleta si intenta lo que para él es imposible.


2.- EL MODELO DE LA CIENCIA.

Así pues, frente al tortuoso camino que ha seguido la Metafísica, lleno de contradicciones y controversias, Kant está convencido de que la Física y la Matemática están en el camino correcto. Su diagnóstico al respecto es que esto es así porque la ciencia (fundamentalmente constituida por matemáticas y física) reúne dos requisitos básicos:

1º.- Sus juicios, las afirmaciones que hace, no son un mero decir lo que ya se sabe de diversas formas, sino afirmaciones que van proponiendo verdades nuevas progresivamente. Así se explica, por ejemplo, que un alumno asista a clase de matemáticas o física para "aprender" las cosas que ignora. Realmente en las oraciones pronunciadas por el profesor de matemáticas el predicado añade datos al sujeto, no es un mero repetir lo que ya se supone al enunciar el sujeto.

2º.- Pero, por otra parte, esas verdades que se aprenden son válidas en cualquier lugar y momento. Por ejemplo si resuelvo una ecuación correctamente su resultado será válido mañana y dentro de diez años, y tanto en París como en Singapur. Dicho en el lenguaje de Kant: los juicios de la ciencia físico-matemática son sintéticos a priori. Veamos lo que esto significa.

Todo el saber humano se expresa sin más remedio por medio de juicios. En el fondo es lo que hacen los libros de "Ciencia" de manera más o menos literaria (aunque se podría hacer mediante una letanía inacabable de juicios, uno tras otro). Pongamos algún ejemplo sencillo: un juicio científico es afirmar que "el agua hierve a cien grados". Esto es un juicio. Por ser tal, está constituido por un sujeto y un predicado. Si nos fijamos bien el predicado "añade" algo al sujeto, dice algo que el sujeto no dice; en este caso el hecho de hervir a cien grados. Tal cosa no ocurre en el juicio "el triángulo tiene tres lados". En éste lo que dice el predicado ya está en el sujeto. El predicado sólo "analiza" lo que ya está contenido en el sujeto.

Los juicios pueden, en consecuencia, dividirse en dos clases:
JUICIOS ANALITICOS: aquellos en los que el predicado está contenido en el sujeto: "el triángulo tiene tres lados" (lo que Hume denominaba relaciones de ideas).

JUICIOS SINTÉTICOS: aquellos en los que el predicado no está contenido en el sujeto: "el sol calienta las piedras" (lo que hime llamaba cuestiones de hecho.

Por otra parte hay juicios que necesitan comprobarse, que necesitan, para demostrar que lo que afirman es verdadero, estar avalados por la experiencia. Tal como también decía Hume, sólo la experiencia me permite afirmar que "el sol sale todas las mañanas y calienta las piedras". Es evidente que esta comprobación experimental no es necesaria para formular un juicio tautológico o analítico: sé que el triángulo tiene tres lados sin comprobarlo experimentalmente porque en realidad digo con el predicado lo que ya había dicho en el sujeto. Así pues se puede hacer otra división de los juicios independiente de la anterior:

JUICIOS A PRIORI: no necesitan comprobación experimental. Sé que el triángulo tiene tres lados sin necesidad de ir haciendo experimentos, porque al pensar triángulo pienso en figura de tres lados. Este tipo de juicios es válido en todo tiempo y lugar, es UNIVERSAL Y NECESARIO (aunque esté en Marte, si soy yo el que está en Marte, sigue siendo verdad lo enunciado). Además son INDEPENDIENTES DE LA EXPERIENCIA: no necesito estar comprobando triángulos para estar seguro de que tienen tres ángulos.

JUICIOS A POSTERIORI: contrariamente a los anteriores, este tipo de juicios exige, para ser considerados verdaderos, que la experiencia los confirme, DEPENDEN DE LA EXPERIENCIA: sé que el sol calienta la piedra porque lo he comprobado (o me creo lo que otros me dicen que se ha comprobado). Como afirmaba Hume, NO SON UNIVERSALES NI NECESARIOS: el hecho es cierto aquí y ahora, pero no puedo estar seguro de que lo será mañana o seguirá cumpliéndose en otro lugar.

En principio, pues, parece evidente que los juicios SINTÉTICOS son A POSTERIORI, ya que, como decía Hume, toda cuestión de hecho (a esto equivalen los juicios SINTÉTICOS) implica poner en relación un hecho con otro; y dicha relación sólo puede garantizarla la experiencia. Así un hecho es "la luz del sol" y otro el "calentamiento de la piedra". Sé -pensaba Hume- que el sol calienta la piedra (a la impresión sol le sigue la impresión calor) porque la experiencia me lo ha enseñado; hasta hoy ha sido así, mañana puede ser de otra manera.

Por el contrario los juicios ANALITICOS parecen ser todos A PRIORI ya que, al limitarse el predicado a repetir tautológicamente lo que ya está afirmado en el sujeto, no cabe el error, cualquiera que sea el tiempo y lugar en que sean formulados: "el triángulo tiene tres ángulos" será válido siempre, sean cuales sean las circunstancias.

Ahora bien, el problema reside en que si la Ciencia estuviese formada por juicios analíticos, éstos tendrían escaso valor, al limitarse a una somera repetición que, en absoluto, incrementaría el conocimiento. Por el contrario, si estuviese formada por juicios sintéticos no caería en tan redundante letanía, pero desgraciadamente tendría el inconveniente de depender -como afirmaba Hume- de la experiencia, de la costumbre y, por lo tanto, soportaría el inconveniente de carecer de la certeza y seguridad de la que parece investida.

Luego es preciso -piensa Kant- que los juicios científicos posean, por un lado, las características de los JUICIOS SINTETICOS (incrementar el conocimiento, al predicar cualidades distintas de las implícitas en el sujeto). Por otro deben estar dotados de la universalidad y necesidad de los JUICIOS A PRIORI. Por consiguiente, si hay "Ciencia" -y es evidente que la hay- tiene que haber "JUICIOS SINTETICOS A PRIORI".

ANALITICOS......................................................... A PRIORI


SINTETICOS ...................................................... A POSTERIORI

Pero eso, a primera vista, parece contradictorio ¿Cómo va a ser un juicio sintético y, al mismo tiempo, a priori? Pese a ello Kant insiste: es imprescindible que si la ciencia es tal, esté formada por JUICIOS SINTETICOS A PRIORI. Aquí es donde la opinión de Kant se separa de la de Hume. Explicar cómo es ello posible es la gran tarea de la CRITICA DE LA RAZON PURA.

Pero esta tarea es ardua. Se trata de analizar en profundidad el funcionamiento de las facultades que intervienen en el proceso de conocimiento. Como decía Descartes la razón es única, tanto si se la emplea en Física, como en Matemáticas, como en Metafísica: capto sensaciones y pienso hasta llegar a ciertas conclusiones.

Pero ocurre que cuando la razón es utilizada por los científicos obtiene buenos y seguros resultados. Por el contrario, si la razón es utilizada por los metafísicos produce contradicciones. ¿Cual es la diferencia? ¿Cuales son los factores que separan un modo de pensar del otro?

Es un hecho que las matemáticas, desde Tales, siguen el sendero correcto: sus conocimientos se acumulan y los matemáticos están básicamente de acuerdo en sus postulados. Por lo tanto deben estar constituidas por juicios sintéticos a priori (para Kant "tres por cuatro es igual a doce" es un juicio sintético como veremos). La cuestión es, por tanto, explicar por qué son posibles los "juicios sintéticos a priori" en Matemáticas por un lado. Es la tarea de la ESTETICA TRASCENDENTAL.

También la Ciencia de Newton es un hecho incuestionable para Kant. El camino seguido es, sin duda, el correcto. Sus juicios no pueden ser meras tautologías y son verdaderos para siempre (al menos eso pensaba el filósofo de Konigsberg). Esta es la segunda tarea: explicar por qué son posibles los juicios sintéticos a priori en Física. Es el contenido de la ANALITICA TRASCENDENTAL.

Por último habrá que plantearse si son posibles tales tipos de juicios en Metafísica, ya que si la respuesta es negativa ello supondrá que la Metafísica no es una ciencia. Este es el objeto de la DIALECTICA TRASCENDENTAL.
3.- ESTETICA TRASCENDENTAL.

3.1. SENSIBILIDAD Y ENTENDIMIENTO

Nuestro conocimiento se fundamenta en dos facultades: la SENSIBILIDAD, por la que recibimos intuiciones sensibles (impresiones en Hume) y EL ENTENDIMIENTO, por la que pensamos las cosas como más adelante veremos. Para explicar por qué son posibles los juicios sintéticos a priori en matemáticas Kant va a realizar un estudio de la primera de esas facultades básicas del conocimiento: LA SENSIBILIDAD. Estética procede del griego "aistesis", sensación. ESTETICA significa en la terminología Kantiana teoría de la sensibilidad. Es decir, teoría explicativa de cómo se producen las sensaciones. El equivalente a las impresiones de sensación de Hume.

Lo primero que necesito para conocer algo es tener sensaciones. Si carezco de ellas -en esto estarían de acuerdo Kant y Hume- todo pensamiento es imposible. ¿Cómo se producen las sensaciones? ¿Cómo es posible que vea el color verde de la pizarra? ¿Cómo siento la dureza de la mesa?

Previamente precisemos una cuestión: Kant conoce perfectamente el pensamiento de Descartes y el resto de filósofos racionalistas tanto como el de los empiristas. Es decir, para entender su pensamiento hay que partir como mínimo del "YO PENSANTE". Es ese "YO" el que "siente el "verdor" y la "dureza". Nunca se entenderá a Kant partiendo de una postura realista ingenua, que dé por supuestas las "cosas exteriores" de manera simplista. Eso es precisamente lo que hay que explicar: Qué es lo que llamo realidad. Y no se olvide que el propio cuerpo es también un conjunto de sensaciones.

Así, pues, veamos cómo se explica que a mi (supuesto) YO, a mi consciencia, le aparezcan sensaciones que, al agruparse (no sabemos aún cómo ni por qué), forman el "mundo" que me rodea (aunque el sentido profundo de esto todavía está por ver).

3.2. LAS FORMAS A PRIORI DE LA SENSIBILIDAD: ESPACIO Y TIEMPO
Hasta ahora se ha supuesto que la sensación se produce porque hay cosas fuera de mi "en" el ESPACIO y "en" el TIEMPO. Pero ese supuesto -dice Kant- nos ha llevado a callejones sin salida, a contradicciones y a situaciones que impiden, en definitiva, entre otras cosas, explicar los juicios sintéticos a priori en matemáticas.

Esta ciencia -ejemplo de rigor y progreso- posee dos ramas fundamentales: la GEOMETRIA y la ARITMETICA. La primera de ellas estudia las figuras geométricas y, en definitiva, al hacerlo, avanza en la comprensión del espacio. Eso es lo que, en esencia, constituye el objeto de la geometría: saber características del espacio. Por ejemplo si estudio las relaciones entre la hipotenusa y los catetos, lo que hago es progresar en el conocimiento de determinadas características espaciales.

Por contra, la aritmética está estrechamente relacionada con el tiempo. Contar es una acción que supone, básicamente la existencia del tiempo: cuento sucesivamente, uno, dos, tres... Estudiar aritmética es, pues, estudiar el tiempo.

Ahora bien, existe una contradicción entre la forma de concebir lo que son el tiempo y el espacio por un lado y, por otro, la realidad indiscutible de los juicios de ambas ciencias. La razón es la siguiente: si el espacio y el tiempo son realidades exteriores a mí, lo que de ellos sé, debo adquirirlo por experiencia. Pero si lo aprendo por experiencia, lo aprendido tendrá una validez momentánea, ya que -como afirmaba Hume- la experiencia únicamente me enseña que las cosas son así hasta ahora, pero no estoy seguro de que en adelante siga siendo de este modo.
De ser cierto lo anterior se daría la circunstancia de que, por ejemplo, si el teorema de Pitágoras lo conozco por experiencia, por costumbre, podría dejar de ser válido mañana. Y lo mismo ocurriría con una operación aritmética: mañana podría tener experiencias que demostrasen que cuatro por dos no tiene como resultado ocho. Kant no está, en absoluto de acuerdo con esta situación. Para él no existe la menor duda de que el teorema de Pitágoras es incuestionable y siempre lo será, y otro tanto ocurre con cualquier operación matemática.

¿Cual es entonces la solución? Si el fallo no está en los juicios que expresan verdades matemáticas, sólo puede estar en la concepción PRE-supuesta de "espacio" y "tiempo". La propuesta kantiana es arriesgada: si suponiendo que aquello en lo que se basan las matemáticas (el espacio en geometría y el tiempo en aritmética) es algo exterior a mí, no hemos llegado
a una solución coherente, probemos a suponer que espacio y tiempo no son realidades exteriores, sino formas subjetivas de mi propia capacidad de percibir, de intuir.

Por consiguiente, para Kant espacio y tiempo son FORMAS A PRIORI DE LA SENSIBILIDAD. La "sensibilidad" es la capacidad de recibir -intuir lo denomina Kant- datos sensibles. Yo tengo sensaciones: verde, duro, frío, etc. Esas sensaciones únicamente las puedo tener "en" el espacio y "en" el tiempo. Es decir, yo percibo las sensaciones "espacio-temporalmente". Si no es así no las puedo percibir. Esta es la "forma", el modo, la manera, como yo -ser humano- capto sensaciones. Esa es la forma cómo se produce mi "intuición sensible". Otro ser diferente a mí podría tener otro modo, otra "forma" o manera de percibir (por supuesto tan respetable como esta).Ese ser percibiría en otros parámetros, en otra "dimensión" y no tendría, probablemente, ninguna relación conmigo aunque estuviésemos percibiendo el mismo objeto, el mismo noúmeno.

Naturalmente esas formas -que son "mías" no "cosas" exteriores a mí- son ANTERIORES, previas, A PRIORI a la experiencia. Eso es evidente puesto que, como hemos dicho, la experiencia, "mi" experiencia, es como es (espacio-temporal) precisamente porque está sometida a las condiciones mías, a mi "forma" de intuir. Es lo que, en otro nivel, ocurriría si, por un defecto visual, sólo poniéndome gafas de cristales verdes pudiera ver las cosas. Supongamos que de no ponerme tales cristales permanecería ciego. Podríamos decir que la única "forma" que tendría de ver es con cristales de color verde. Para mí el mundo sería verde. Sería mi forma de ver. ¿Significa eso que el "mundo" es verde "en sí"? No. Para mí sería verde, pero "en sí", objetivamente, nunca podría saber de qué color es, ni siquiera si es de algún color, aunque no me cabría duda de que estaría "ahí", fuera de mí, independiente e inaccesible para mí.

Pues algo similar es lo que, según Kant, me ocurre (nos ocurre) con la intuición o percepción sensible: todo lo percibido está con-formado por esa especie de "lentes" de mi sensibilidad que son el espacio y el tiempo. Todo lo que intuyo, un color, un olor, la dureza, etc, lo intuyo, lo percibo "EN" el tiempo y "EN" el espacio, sin más remedio: yo capto el "noúmeno", lo "en sí", de ese modo y manera. Es mi sino.
Pues bien, si esto es así; si espacio y tiempo son formas de mi sensibilidad, previas a la experiencia, lo que yo sepa de estas formas podré estar seguro -si es verdadero- que será válido en todo tiempo y lugar. Las características del tiempo y del espacio seguirán siendo válidas para todo lo que yo perciba, para todas mis intuiciones, ocurran donde ocurran, aquí, en Pekín, ahora y dentro de diez mil años.
Más ¿no habíamos quedado en que la geometría y la aritmética son conocimientos que poseo de las características del espacio y del tiempo? Pues entonces no nos debe extrañar que lo que sabemos de tales "formas de intuir" (el teorema de Pitágoras, la tabla de multiplicar, etc.) seguirá siendo válido para todo momento y lugar y estaré seguro de su verdad incluso "antes" (a priori) de tener la experiencia: si saco la cuenta del dinero que tengo y de lo que me voy a gastar en el mercado, el resultado se cumplirá a la hora de tener la experiencia "real" de comprar lo presupuestado. No se diferenciará en una sóla peseta.
Así pues, ya está claro cual es la respuesta con que iniciábamos la ESTETICA TRASCENDENTAL: ¿por qué son posibles los juicios sintéticos a priori en matemáticas? Porque tales juicios están basados en las formas a priori de la sensibilidad, que son previas a la experiencia y condiciones de toda intuición sensible.

Unicamente nos queda por precisar dos cosas. Una, que según Kant Espacio y Tiempo son INTUICIONES PURAS. Esto quiere decir que nosotros tenemos constancia, nos damos cuenta, de dichas realidades formales independientemente de la experiencia (son "puras"). No necesitamos tener muchas experiencias espaciales y temporales (como tenemos que hacer para, por ejemplo, formar el concepto mesa: ver muchas mesas para construir el concepto común a todas ellas "mesa"). Además es evidente que no hay tal posibilidad ya que el espacio es UNICO, al igual que el tiempo. Sólo hay UN ESPACIO Y UN TIEMPO, el que yo impongo a toda intuición sensible.

La otra precisión es que la forma "tiempo" es una forma más universal que la de "espacio", pues mientras que ésta sólo es necesaria para tener intuiciones "externas", el tiempo es imprescindible para la intuición "externa" e "interna": no puedo tener constancia de lo que ocurre en mi propio pensamiento si no lo someto a la forma "tiempo". Si pienso lo hago "EN" el tiempo, aunque no precise para ello del espacio.

4.- ANALITICA TRASCENDENTAL.

4.1. EL ENTENDIMIENTO

Hasta aquí sólo tenemos datos sensibles. Explicar cómo se producen ha permitido contestar a Kant la razón por la que las matemáticas formulan juicios sintéticos a priori. Pero ahora vamos a ver cual es su explicación sobre la razón por la que también la Física puede hacer otro tanto.

Nosotros no tenemos sensaciones aisladas. No captamos rojo por un lado, dulce por otro, esférico por otro, sino que captamos "manzana". Ese "todo conjunto", esa unidad que es una manzana no es algo que recibo del exterior (como afirmaba Hume). No hay, en la terminología del gran filósofo empirista, ninguna "impresión" manzana, sino, únicamente impresiones aisladas: rojo, dulce, redonda... Kant está de acuerdo con esto. En lo que no está de acuerdo es en que no haya nada que enlace, que unifique esas cualidades en "un todo", en "una manzana". En que no haya sustancia, un sustrato que soporte los accidentes.

Pero habíamos quedado en que las impresiones que recibo son diferentes unas de otras. Me aparece por un lado el rojo, por otra la suavidad, por otro el dulzor, por otro el olor. Y no sólo eso sino que el rojo que veo ahora, que "intuyo", que percibo en este momento, pasa, desaparece (aunque queda un rastro suyo en la memoria) y, a continuación (fijémonos cómo la forma "tiempo" está actuando) me aparece otra, y luego otra... En opinión de Hume ninguna es la misma que la anterior: dejo la leña -decía- ardiendo (impresión A) y al regresar veo ceniza (impresión B). Sin embargo para darme cuenta de todo esto debo "analizar" cuidadosamente mi proceso de conocimiento de la manzana, porque si no lo hago, creeré, cómo hacemos cotidianamente -sin apenas darnos cuenta, como algo natural-, que lo que percibo es "UNA" manzana. Pues bien, si lo único que recibo son impresiones sucesivas, una tras otra ¿de donde sale esa seguridad de que ante mí hay "UNA" manzana que "tiene" el color verde, que "tiene" sabor dulce, etc?

Esto es paradójico: siendo riguroso me doy cuenta de que en verdad únicamente llegan a mí "impresiones" sucesivas, pero hasta me resulta difícil darme cuenta de ello y lo que normalmente percibo es "una manzana como un todo sintetizado, único". ¿Por qué? ¿de dónde procede esa "unidad", esa "síntesis objetiva"? Evidentemente no es una impresión que "me llega", como el color, el olor o el sabor. Pues bien, si esa unidad no procede de fuera, necesariamente procede de mí mismo: debo ser yo el que unifica esos datos, esas intuiciones sensibles en una totalidad.[2]
Estas síntesis, estas objetivaciones (pensamos objetos, cosas) no son otra cosa que formar juicios: así, en el ejemplo anterior, este grupo de impresiones la considero, a todos los efectos, una manzana. Por lo tanto expreso un juicio: "esto es una manzana". Una vez que tengo el concepto de "manzana" todas la impresiones que se produzcan de acuerdo con esas características las consideraré "encajables" en el concepto manzana y las llamaré con ese nombre. Si quiero manifestarlo no tendré más remedio que pensar un juicio y expresarlo en una proposición: "esto es una manzana".

Pero ese juicio no lo puede hacer, por ejemplo, un perro. El perro ve lo mismo que yo: color, olor, sabor (incluso mejor que yo). Ahora bien, no puede conocer como yo conozco: saber que ese flujo de impresiones, que llegan tanto a él como a mí, constituyen ese objeto real (para mí y supongo que para mis semejantes) que expreso mediante el juicio "esto es una manzana". Por lo tanto para mi existe ese objeto real, que yo "conozco", sé que forman "un todo", y el perro no lo "sabe", es porque algo hay en mí, una facultad -el entendimiento- que me diferencia de él.

4.2 LAS FORMAS A PRIORI DEL ENTENDIMIENTO: LAS CATEGORÍAS

Puedo diferenciar unas cosas de otras: este libro de esta mesa y ambos de la percha, saber que cada objeto es diferente de otro. Mas pensar es algo mucho más rico. Conozco multitud de cosas; los científicos nos asombran cada día con nuevos descubrimientos, manifiestan -por medio de juicios, por supuesto- el saber científico. Es evidente que si al formar el concepto manzana hemos utilizado una capacidad del entendimiento humano, para formar otros conceptos, relacionar unos conceptos con otros, etc., debo utilizar también otras capacidades exclusivas de esa facultad también "exclusiva" de los seres humanos. Lo lógico es preguntarse cuántas son estas capacidades, cuántas "FORMAS", o "moldes" tengo. Kant da por supuesto que el método es sencillo: habrá tantas como "clases de juicios" pueda formar. La lógica siempre había afirmado que existían doce clases de juicios, por lo tanto debe existir doce "formas", doce "CATEGORIAS", doce "modos" de formar juicios.

Con cada categoría puedo hacer infinitos juicios que tendrán la misma forma. Así con la formas sustancia formaré juicios semejantes (solo en la forma -claro está-, en la estructura básica). Por ejemplo estos juicios tienen la misma forma:

Esta manzana es dulce.
El perro "Tobi" es pequeño.
Esta palmera es un vegetal.
Mi tío está dormido.
Etc., Etc.

En todos ellos hemos formado un concepto en el que encajar los datos sensibles adecuados. Hemos utilizado la facultad de formas unidades: "perro", "palmera", "tío", "Torrevieja", para luego atribuirles unos predicados que, por supuesto, son también conceptos. Esta operación, aparentemente tan simple es sumamente compleja. Fijémonos en que para formar el concepto "manzana" he tenido que hacer: 1º.-Unir las impresiones sucesivas, unir el rojo de ahora (que inmediatamente pasa y deja su "representación") con la siguiente impresión de rojo y con la siguiente...2º, Unir impresiones diferentes: el color, el olor, el sabor, etc. 3º, Suponer que todas esas impresiones (convertidas ya en representaciones, en recuerdos) son "mías". Suponer, en definitiva, que hay un "yo pensante" (aunque no pueda en realidad alcanzar a conocerlo, pues pertenece a la esfera nouménica, a lo "en sí") que es consciente del concepto "manzana". Si por el contrario formulamos juicios del tipo:

-La causa de que llueva es la borrasca del Golfo de Cádiz.
-El calor del fuego hace hervir el agua.
-El golpe me produjo un fuerte dolor.

La categoría empleada en todos ellos es la de "causa". Aunque también, y al propio tiempo empleo otras categorías compatibles con ésta. Al hacer estas operaciones lo que hago no es ni más ni menos que "pensar" y son esos pensamientos los que se manifiestan en los juicios. Consecuentemente, si conocemos las clases de juicios, puedo saber las categorías que me permiten formarlos. Kant afirma que las categorías son "FORMAS A PRIORI DEL ENTENDIMIENTO". Que son "formas" resulta evidente por lo dicho anteriormente. Si estos "moldes" para formar juicios -y por tanto para pensar- no los recibo de fuera (recuérdese el ejemplo del perro), es porque son "a priori", independientes de la experiencia. Y, al igual que el espacio y el tiempo eran formas de la sensibilidad, las categorías lo son del entendimiento, de mi facultad de "entender" de "conocer". En definitiva de saber del mundo.

Evidentemente las formas de pensar la realidad -que es al mismo tiempo el modo de objetivar, de constituir los objetos tal y como me afectan- son muy diferentes unas de otras. Puedo pensar "algunas manzanas no están maduras" y también "el bicarbonato fue la causa de que me desapareciese el dolor de estómago" que, como salta a la vista, tienen, en su forma -no sólo en el contenido-, diferencias evidentes: en el primero he utilizado la categoría de "pluralidad" y en el segundo la de "causalidad". Obsérvese también que categorías de diversos grupos pueden coincidir en un mismo juicio. Por ejemplo en el juicio "el bicarbonato quita el ardor de estómago" conviven en paz y armonía las categorías de "sustancia" (el bicarbonato es un "algo" que soporta unas características, y la de "causa" pues tal sustancia produce (es causa) efectos beneficiosos al ingerirlo.
La tabla de categorías y los juicios correspondientes es la siguiente:

TABLA DE JUICIOS CATEGORIAS EJEMPLO DE JUICIO
-------------------------------------------------------------------------------------Por la cantidad
-------------------
UNIVERSALES.... UNIDAD :Todos los h. son mortales
PARTICULARES..PLURALIDAD:Algunos hombres son altos.
SINGULARES......TOTALIDAD: Juan es arquitecto.
-------------------------------------------------------------------------------------
Por la cualidad
---------------
AFIRMATIVOS ...REALIDAD:El hombre es racional.
NEGATIVOS....... NEGACION El hombre no es infalible.
INFINITOS.....LIMITACION:Sólo el hombre es racional.
----------------------------------------------------------------------------------
Por la relación
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CATEGORICOS.. SUSTANCIA:La manzana es una fruta.
HIPOTETICOS... CAUSALIDAD:Si hace calor causa sed.
DISYUNTIVOS.. COMUNIDAD:O apruebas o suspendes.
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Por la modalidad

PROBLEMATICOS. POSIBILIDAD:Puede que haga calor.
ASERTÓRICOS .......EXISTENCIA: Existen hombres honrados.
APODICTICOS........ NECESIDAD:El triángulo tiene tres lados

Todo lo dicho sobre el entendimiento sirve a Kant para explicar por qué son posibles los "juicios sintéticos a priori" en Física. Veamos la explicación, que es similar a la dada para justificar dicha clase de juicios en Matemáticas.

Cuando un científico se levanta y emprende de mañana el camino del laboratorio en el que realiza sus investigaciones, ya sabe (si ha leido la "Estética") que todo lo que vea y huela y toque lo será en "un espacio" y "en un tiempo" y lo sabe porque es un ser humano que, por lo tanto, tiene esa forma de percibir. Pero aparte de esto, sabrá también algunas cosas más. Sabrá, por ejemplo, que el microbio que dejó ayer será el mismo que encontrará hoy. Eso, según Hume, no lo garantiza la experiencia de modo absoluto (aunque, eso sí, espera por "costumbre" que se repitan parecidas impresiones). En ningún momento ha tenido impresión de sustancia, ni de unidad... Sin embargo al esforzado biólogo no le cabe la más mínima duda de que es el mismo "sujeto microbiano" el que le espera pacientemente.

Pues bien, si no sabe estas cosas por experiencia, sino que las sabe "a priori", es porque tales convicciones son fruto de la aplicación de las categorías a los datos de su experiencia. Y estos supuestos previos son comunes a todos los científicos que han sido, son y serán. Las categorías hacen, pues, posibles los "juicios sintéticos a priori" en Ciencia Natural.

Kant pone varios ejemplos de estos principios fundamentados en las formas a priori del entendimiento, que son la base -según él- de la Física newtoniana:

-Principio de permanencia de la sustancia: "En todo cambio de los fenómenos permanece la sustancia y el quantum de la misma no aumenta ni disminuye en la Naturaleza. (En nuestro ejemplo el microbio es el mismo y su materia permanece constante).

-Principio de la sucesión temporal según la ley de causalidad: "Todos los cambios tienen lugar de acuerdo con la ley que enlaza causa y efecto". (Si en nuestro ejemplo el microbio se ha convertido en un monstruo amenazante, el intrépido biólogo lo examinará para salvar a la humanidad de una catástrofe analizando "las causas" de tal mutación para ponerles remedio).

Así ocurrirá con el resto de categorías: nos proporcionarán principios "a priori" que serán la base de cualquier proposición científica. Ha cumplido Kant, de este modo, con lo que se proponía: explicar la razón de que la Física o Ciencia Natural formule "juicios sintéticos a priori": puesto que soy yo quien unifica los datos sensibles, los organiza y les da sentido, a la hora de estudiarlos encontraré en ellos, es decir, en la realidad estudiada por la ciencia, aquellos principios que yo mismo he puesto, obligando a la Naturaleza a cumplir esas pautas.
5.- APERCEPCION PURA

Como hemos visto, todo dato sensible, toda intuición sensible o dato de mi sensibilidad (lo que Hume denominaba impresiones: un color, un olor, un sabor...) es algo que, por sí mismo, es independiente de los demás. Por lo tanto, si lo real se nos presenta como algo coherente, permanente, unitario y continuo gracias al empleo de las categorías (una mesa permanece como tal mesa mientras la percibo y mi cuerpo es el mismo que era ayer...) es necesario que exista "algo" que unifique aquello de lo que tengo conciencia, de todas mis impresiones y permita realizar las síntesis categorial. De lo contrario cada dato sensible sería aislado y sin relación con los demás y, por ejemplo, el verde que percibo ahora no podría estar en relación con el verde que veo un segundo después y , en consecuencia, no podría aplicar las categorías.

Es, por lo tanto imprescindible que "YO TENGA CONCIENCIA DE... esto y aquello", de que las intuiciones sensibles se unifiquen en un "YO", y que, a su vez, tal "YO" tenga conciencia de ser el mismo a lo largo de todo el proceso de conocimiento. Parece algo evidente que, quien tiene conciencia de todo, soy yo; pero si analizamos con cuidado nos daremos cuenta de que esto no está nada claro, ya que, como dirá Kant en la Dialéctica Trascendental (que en esto se muestra de acuerdo con Hume), no tenemos percepción alguna de un yo permanente:

"...la conciencia del yo en la percepción interna es meramente empírica, siempre mudable, sin poder suministrar un yo fijo y permanente en medio de esa corriente de fenómenos internos."

Es decir que nuestros estados internos son fenómenos sometidos por tanto al tiempo y diferenciados entre sí. No aparece en ningún momento percepción del yo permanente que todos creemos tener. Sin embargo es evidente que lo suponemos constantemente: yo vi hace tiempo a fulano ... y hoy lo he vuelto a ver... etc.

Según esto resulta evidente que es necesario dar por supuesto que mis percepciones y conocimientos son "míos" y, en consecuencia, resulta imprescindible que exista una función del psiquismo que permita unificar los diferentes datos de la experiencia. Es esa capacidad de unificación lo que Kant denomina APERCEPCION PURA :

"Anteriormente a toda experiencia ha de haber una condición que haga posible esa misma experiencia..."

Fijémonos en que para que yo tenga experiencia, por ejemplo, de un atleta que salta longitud es preciso que los momentos de la carrera, la batida, el impulso, la elevación, etc. sean datos de "mi" conciencia; es necesario que me aperciba de que soy yo quien tiene conciencia de los diferentes momentos y estos datos de experiencia no queden aislados como flotando, separados unos de otros.

Todo sería más fácil dando por supuesto la sustancia pensante cartesiana, el yo pienso absoluto, pero ello no es posible al no tener dato alguno de ese yo permanente e idéntico, aunque, como el mismo Descartes, creamos tenerla, ya que es una de las ilusiones de nuestra razón que cree conocer lo que en realidad está fuera de su alcance.

Por lo tanto suponemos un yo pienso que acompaña a todas mis experiencias: yo pienso carrera... yo pienso impulso... yo pienso salto, etc. Mas yo pienso siempre "algo" nunca aparece ese "yo pienso" absoluto que sea sujeto permanente y "en sí". Esa capacidad de referir mis percepciones a una unidad de conciencia es la APERCEPCION PURA.

Esta imposibilidad de captar un "yo pensante" es una limitación importante para nuestro conocimiento. Ese supuesto "yo" se nos escapa continuamente y está como agazapado detrás de todo dato conocido, siempre supuesto pero nunca explícito. Hablar de sus características como hacía Descartes es imposible sin admitir que se trata de meras especulaciones sin base empírica.

Sin embargo hay otra cara de la moneda que muestra las ventajas de ese desconocimiento real, científico, del "yo pensante": si no lo conozco es porque permanece fuera de la esfera fenoménica, porque no es una realidad como las otras y, por tanto, sometidas a las condiciones de la sensibilidad y el entendimiento. Es, por lo tanto "noúmeno", algo "en sí" que no pertenece estrictamente a este mundo de cosas que conozco. Más tarde en la Crítica de la Razón Práctica esta situación permitirá a Kant "postular" la libertad y la inmortalidad.

6.- DIALECTICA TRASCENDENTAL

6.1. EL OBJETIVO (IMPOSIBLE) DE LA METAFÍSICA

La metafísica pretende conocer noúmenos, realidades en sí, más allá de las condiciones que impone el hecho mismo de conocer. Pretende conocer el ALMA, el UNIVERSO, DIOS. Estas realidades, en caso de existir, estarán siempre fuera del ámbito de la experiencia. No tenemos datos sensibles a los que aplicar las CATEGORIAS en ninguna de estos casos. Ni tan siquiera, como hemos visto, en el caso del YO o ALMA.

Al pensar, presuponemos un yo pensante que sea el que tenga los pensamientos (APERCEPCIÓN PURA), pero no deja de ser una "suposición", pues carecemos de conocimiento del mismo. Ello es así por necesidad, ya que no puede ser un fenómeno, pues en ese caso sería una cosa más, sometida como todas las demás a las condiciones del conocimiento lo que supondría la imposibilidad de su libertad, y a Kant no le interesa que así sea, pues dejando al alma fuera del mundo fenoménico podrá postular la libertad humana. Del mismo modo DIOS tampoco es una realidad fenoménica, al igual que el UNIVERSO como absoluta totalidad de todo lo sucedido, sucede o sucederá.

La RAZON en su afán por encontrar respuestas lleva a crear ilusiones que aparentemente dan respuestas absolutas, olvidando que las formas del conocimiento sólo pueden aplicarse a datos sensibles pero nunca a aquello de lo que carecemos de tales datos.

"En todo razonamiento hay una proposición que sirve de base y otra, la conclusión, que es extraída de ella; finalmente, está la inferencia (consecuencia) en virtud de la cual la verdad de la última queda indefectiblemente ligada a la verdad de la primera." (C.R.P. Introducción).


El afán sintetizador de la RAZON es positivo mientras se aplica al material dado por la SENSIBILIDAD pero nunca cuando imagina ese material. Esto es lo que ocurre con la Metafísica y es la razón de que incurra en errores y contradicciones.

¿Tiene entonces utilidad la capacidad más elevada del conocimiento humano, la RAZON, o es sólo la fuente de engaño metafísico? Kant afirma que no sólo tiene utilidad sino que es imprescindible para el progreso del conocer humano.

"La dialéctica trascendental se conformará, pues, con detectar la ilusión de los juicios trascendentales y con evitar, a la vez, que nos engañe. Nunca podrá lograr que desaparezca y deje de ser ilusión. En efecto nos las habemos con una ilusión natural e inevitable, que se apoya, a su vez, en principios subjetivos haciéndolos pasar por objetivos...se trata de una dialéctica que inhiere de forma inevitable en la razón humana y que, ni siquiera después de descubierto su espejismo, dejará sus pretensiones de engaño ni sus constantes incitaciones a los extravíos momentáneos, los cuales requieren una constante corrección." (C.R.P. Introducción).

El conocimiento intelectual no consiste únicamente en formular juicios, en formar conceptos sino que también relaciona unos juicios con otros, es decir formula razonamientos:

Todos los hombres son mortales
Todos los estudiantes son hombres
Todos los estudiantes son mortales.

La premisa mayor es la que garantiza la conclusión. Pero ¿qué garantiza la verdad de ésta? La RAZON busca entonces una premisa más extensa, una síntesis superior que incluya a la premisa mayor del silogismo expuesto:

Todos los animales son mortales
Todos los hombres son animales
Todos los hombres son mortales.

Pero la Razón no se conforma sino que busca una nueva síntesis que garantice a su vez esta premisa mayor. Nunca se contentará con una síntesis parcial,quiere la síntesis suprema, lo incondicionado. Pero al intentarlo rebasa las condiciones del conocimiento haciendo un uso ilegítimo de sus propias condiciones: es la ilusión metafísica.

¿Quiere esto decir que la RAZON es una facultad inútil y engañadora? No. Los razonamientos son algo indispensable en el proceso del conocer humano.Es algo que continuamente incita al hombre a buscar explicaciones cada vez más completas, y ello no sólo es legítimo sino positivo y necesario para el progreso del conocimiento (Newton,por ejemplo, formuló leyes más completas y generales que Galileo y este más generales que Aristóteles).

Pero la Metafísica pretende ir mucho más lejos, pretende encontrar la síntesis suprema, lo absoluto, impulsada por el afán de la Razón. Este afán le lleva a formar lo que Kant llama IDEAS TRASCENDENTALES DE LA RAZON PURA: ALMA, UNIVERSO Y DIOS. Síntesis que no pasan de ser meras especulaciones pues aunque sus objetos correspondientes pueden existir, lo harán como cosas "en sí", imposibles de conocer para el conocimiento humano que carece de una INTUICION INTELECTUAL que lo haría posible.


6.2.- IDEAS TRASCENDENTALES DE LA RAZON PURA

El término IDEA tiene por lo tanto en Kant un sentido diferente del que tiene en Platón o en el Empirismo. Para Kant IDEA expresa el intento inútil de la razón por pensar en síntesis supremas que sean las premisas fundamentales de todo razonamiento deductivo, explicaciones últimas, principios absolutos.

"Entiendo por "idea" un concepto necesario de razón del que no puede darse en los sentidos un objeto correspondiente. Los conceptos puros de razón que ahora consideramos son, pues, ideas trascendentales. Son conceptos de la razón pura, puesto que contemplan todo conocimiento empírico como determinado por una absoluta totalidad de condiciones. No son invenciones arbitrarias, sino que vienen planteadas por la naturaleza misma de la razón y, por ello, se refieren necesariamente a todo el uso del entendimiento. Son, por fin, trascendentes y rebasan el límite de toda experiencia, en cuyo campo no puede hallarse nunca un objeto que sea adecuado a la idea trascendental." Tres son las IDEAS TRASCENDENTALES:




1a. IDEA TRASCENDENTAL: ALMA.
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Es absurdo suponer que es posible conocer algo que, por necesidad, pertenece al mundo nouménico ya que si el yo es quien conoce no puede ser a su vez algo conocido pues para que lo sea ha de revestirse de las formas "a priori", por lo que dejaría de ser lo que realmente es: algo "en sí". El ego (yo) no está entre los fenómenos, es un concepto límite. Kant habría podido decir con WITTGENSTEIN que "el sujeto no pertenece al mundo, sino que es un límite del mundo".

En realidad la razón pretende unificar todos los fenómenos de la experiencia interna, todo aquello que nos indica lo que somos, queremos, deseamos, y explicarse la causa de donde surgen, el yo permanente e idéntico. Pero ese afán es inalcanzable pues lo que piensa deja de ser tal en el momento en que es pensado. Si yo me pienso ya no soy lo que piensa sino algo pensado, precisamente por ese “yo” que parece próximo pero que nunca consigo alcanzar.

2a. IDEA TRASCENDENTAL: UNIVERSO
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Es también una síntesis ilegítima que supera como la anterior las condiciones del conocimiento. Con esta IDEA se pretende saber sobre lo en sí en su sentido profundo ¿Qué es REALMENTE lo que existe fuera de mí? También esto es imposible pues es tratar de conocer algo sin las condiciones del conocimiento, ya que con ellas no será rigurosamente lo que es. La contradicción es evidente. Si hablamos de UNIVERSO como si fuera una "cosa" ya no es lo que buscamos, pues estará sometido a las mismas condiciones a que lo están los objetos que conocemos. De una u otra forma cometemos transgresiones que nos conducen a contradicciones. Kant las pone en evidencia en unas demostraciones que denomina ANTINOMIAS. Paralelamente argumenta razonamientos opuestos.


Primera antinomia:

TESIS: El UNIVERSO tiene comienzo en el tiempo y en el espacio. Si así no fuese la serie de acontecimientos que nos han precedido se remontarían hacia el pasado infinitamente y por lo tanto no se explicaría que hubiésemos llegado a este "ahora". Otro tanto puede decirse del espacio: es impensable un espacio infinito.

ANTITESIS: El UNIVERSO no tiene comienzo en el tiempo ni en el espacio. Ya que si lo tuviese habría que pensar que hubo un tiempo vacío absolutamente y no tiene sentido que de esa nada pueda surgir el mundo. En cuanto al espacio ocurre lo mismo: es imposible que el espacio sea finito pues ¿qué habría más allá de sus límites?

Segunda antinomia:

TESIS: El UNIVERSO está compuesto de elementos simples indivisibles. De lo contrario no tendría sentido que de algo infinitamente divisible pudiese formarse algo con dimensión ya que de agregados de lo infinitamente pequeño no puede formarse algo.

ANTITESIS: El UNIVERSO está compuesto de elementos infinitamente divisibles. Pues si las partículas primigenias tienen dimensión, por pequeña que esta sea, serán divisibles.

Tercera antinomia:

TESIS: El UNIVERSO tiene una causa incausada y libre. En caso de suponer lo contrario, es decir, que toda causa tiene a su vez otra anterior y esta otra,...etc. no podría pensarse en comienzo alguno (pues ese comienzo no tendría causa), lo que contradice el propio principio de causalidad que es lo que se suponía para sostener este argumento, que de esta forma entra en contradicción consigo mismo.

ANTITESIS: El UNIVERSO NO TIENE una causa incausada y libre. Ya que no puede pensarse una causa incausada puesto que nuestro conocimiento sabe "a priori" que todo hecho tiene siempre una causa y no puede pensar una causa incausada y libre.

Cuarta antinomia:

TESIS: Hay un SER NECESARIO. Para cuya demostración es esencialmente válido el argumento anterior.

ANTITESIS: NO hay un SER NECESARIO. También de idéntica argumentación a la antítesis de la tercera antinomia.

Tras demostrar de modo aparentemente concluyente tanto las tesis como las antítesis pasa Kant a explicar las razones de que se produzcan tan escandalosas contradicciones.
Las dos primeras antinomias se producen al considerar el ESPACIO y el TIEMPO como "cosas en sí", olvidando su condición de FORMAS A PRIORI DE LA SENSIBILIDAD. Este error garrafal permite demostraciones contradictorias. Por lo tanto y como se parte de una base falsa tanto las tesis como las antítesis son radicalmente falsas ya que se refieren a algo ‑espacio y tiempo como cosas‑ que no tiene realidad alguna.

Por lo que respecta a las antinomias tercera y cuarta tanto sus tesis como sus antítesis pueden ser verdaderas: las tesis se formulan sin atenerse a las leyes del conocimiento pues una de las CATEGORIAS, el PRINCIPIO DE CAUSALIDAD, no se aplica al afirmar la existencia de una causa incausada y libre (tercera antinomia) o la existencia de un ser necesario (cuarta antinomia). Se olvida pues en estas tesis que no podemos conocer lo que no se somete a las categorías. Sin embargo ello no implica que no exista tal SER pues el hecho de que no sea cognoscible no implica su inexistencia y por lo tanto como "cosa en sí", como noúmeno es perfectamente posible.

En cuanto a las antítesis lo que hacen es someterse a las leyes o formas del conocimiento, a las categorías y por lo tanto son, desde este punto de vista absolutamente correctas.

Es importante observar que las tesis representan el punto de vista de la filosofía RACIONALISTA, mientras que las ANTITESIS se ajustan a la postura crítica de la filosofía EMPIRISTA. Con ninguna de estas posturas se identifica plenamente Kant. Su crítica pretende poner a cada cosa en su lugar: el conocimiento tiene unas condiciones que lo limitan a la esfera de los fenómenos, de los datos que le proporciona la sensibilidad y todo intento de sobrepasar estos límites es ilegítimo ya que sobrepasa la experiencia. Pero ello, como hemos dicho, no es óbice para que por otros caminos que no sean los del conocimiento teórico, propio de la ciencia, pueda el hombre acercarse a posiciones que rebasen la esfera de lo fenoménico, de lo sensible y postular la existencia de realidades "en sí" como pueden ser DIOS o la LIBERTAD DEL ALMA HUMANA.


3a. IDEA TRASCENDENTAL: DIOS.
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La tercera Idea de la Razón Pura es la de Dios. Kant encuentra errores graves en las pruebas que hasta ese momento se han dado para demostrar su existencia, precisamente por no ajustarse a las condiciones de todo conocimiento: aplicación de las categorías a los datos que proporciona la sensibilidad. Con ello en absoluto niega su existencia sino que considera que el conocimiento de ese Ser Supremo supera nuestras posibilidades racionales y hay que acercarse a El por caminos distintos a los utilizados por la Razón teórica.

Tradicionalmente tres han sido los argumentos para demostrar la existencia de dios: Ontológico, Fisicoteológico y Cosmológico. Los resumiremos brevemente junto con la crítica Kantiana.


CRITICA AL ARGUMENTO ONTOLOGICO.

La línea argumentativa afirma que si puedo pensar el Ser infinitamente Perfecto éste existe.

Kant niega su validez, pues la "existencia" es una Categoría que es aplicable únicamente a intuiciones sensibles. Si de Dios no tenemos tales percepciones estamos usando ILEGITIMAMENTE dicha Categoría, ya que la estamos aplicando a datos puramente imaginarios nunca a realidades. Por eso dirá Kant que la diferencia entre cien Táleros (monedas) reales y cien ideales es que los segundos no son perceptibles.


CRITICA AL ARGUMENTO COSMOLOGICO

Él Argumento Cosmológico se basa en el siguiente razonamiento: lo que existe tiene que haber sido consecuencia de una serie de causas, cada una de las cuales depende de una anterior. Pero la serie no puede ser infinita, pues en ese caso no habría empezado y, por lo tanto, es necesario que exista una Causa Primera Incausada.

Como en el caso anterior la critica de Kant afirma que no hay razón para que en un momento determinado se deje de aplicar la Categoría de causa; es más, es imposible para el conocimiento racional hacerlo. No puedo pensar en esa causa incausada ya que mi entendimiento me obliga a considerar cualquier hecho como causado por uno anterior.


CRITICA AL ARGUMENTO FISICOTEOLÓGICO.

Los defensores de este argumento afirman que si no podemos concebir una obra de arte sin un creador que la haya producido con un fin, sin una inteligencia que la haya concebido para algo, con mayor razón las perfecciones infinitas de la Naturaleza exigen la necesidad de existencia de una Inteligencia Creadora y Suprema.

Frente a esto kant argumenta que también en este caso sobrepasamos los límites de nuestra razón haciendo una extrapolación gratuita: la costumbre de ver en la actividad humana siempre unos fines nos hace creer que ello es aplicable a todo, aunque no necesariamente ha de ser así. En todo caso la argumentación podría conducir en todo caso a la necesidad de un Planificador del mundo, pero no necesariamente a la necesidad de que exista un Creador Divino.

Dios por lo tanto es también una idea trascendental que surge del uso ilegítimo de nuestras capacidades racionales. Son "conceptos necesarios de la razón de los que no puede darse en los sentidos un OBJETO correspondiente... que vienen planteados por su misma naturaleza... rebasan el límite de toda experiencia en cuyo campo no puede nunca un objeto que sea adecuado a la idea trascendental".

Por lo tanto la posibilidad de conocer por procedimientos racionales y científicos esos objetos ideales es imposible. De ahí la inutilidad de los intentos de lograrlo realizados a lo largo de la Historia de la Filosofía. No obstante tal vez sea posible, por caminos distintos a los puramente racionales, conectar con ese mundo trascendente y no aprehensible por la experiencia. Tal vez aún nos sea dado "postular" la existencia de tales objetos que kant ha demostrado que están vedados por completo a la razón teórica.

7.- CRITICA DE LA RAZON PRACTICA

7.1. RAZÓN TEÓRICA Y RAZÓN PRÁCTICA

La Crítica de Razón Pura -que es un análisis crítico de la razón teórica, científica- parte del hecho incuestionable del conocer, y supone la existencia del mundo físico que es lo conocido (explicado según el idealismo trascendental kantiano), el mundo de la ciencia, el de la realidad en la que vivimos y de la que somos conscientes. Pero nuestra vida no es tan sólo un conocer cosas. Recordemos al respecto que Kant partía de tres preguntas básicas: ¿Qué puedo conocer? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me cabe esperar? Hasta ahora se ha podido responder a la primera: puedo conocer lo que se somete a las condiciones del conocimiento y esté en el ámbito de la experiencia; eso es para mi lo real. Pero ahora Kant trató también de contestar a las otras dos preguntas todavía abiertas.

Si la Crítica de la Razón Pura se basa en la evidencia que para todo ser humano constituye el hecho de la ciencia, en la Crítica de la Razón Práctica, Kant parte de otro hecho para él tan evidente como éste: yo, como ser humano que soy, también actúo moralmente, decido "prácticamente" sobre lo que debo hacer en mi vivir diario, y constantemente me encuentro en la necesidad de ejercer mi voluntad. Me percato de que continuamente se me presentan ocasiones en las que puedo obrar de modos muy diversos: puedo hacer lo que considero "bueno" (aunque sea contrario a mis intereses) o decantarme por lo "malo" (pese a que lo considere absolutamente injusto). Y eso no es sólo conocimiento. La acción más desinteresada y el hecho más reprobable, desde el punto de vista científico más aséptico, son absolutamente iguales: dos configuraciones de la materia igualmente respetables.

7.2. LA RESPONSABILIDAD MORAL

Esto no tiene discusión para Kant. Cualquiera puede constatar continuamente que no es un "autómata", que se siente una persona responsable y considera responsables a los demás. Pero ¿Qué significa exactamente que los seres humanos nos sentimos responsables? Si profundizamos en el núcleo de la cuestión nos damos cuenta de que este hecho exige la existencia de normas morales; sabemos que hay personas honradas y otras que nos hacen avergonzarnos de nuestra condición humana. Al constatarlo estamos aceptando valores éticos reales respecto a los cuales juzgamos de la bondad o maldad de las acciones y personas. Valores absolutamente reales pero diferentes de los hechos físicos y químicos. Realidades que no pueden explicarse con matemáticas o física.

Esas normas morales es evidente que las siento. Hay algo en mí que, como le ocurría a Sócrates con su "daimon", con su conciencia que le indicaba lo que debia o no hacer, me muestra la decisión adecuada a lo que es bueno, la actitud que debo adoptar en cada caso que se me presente. Sólo el hombre es sujeto de responsabilidad moral. Solo los seres humanos podemos ser calificados estrictamente de buenos o malos. Las cosas, los animales, son útiles o inútiles, adecuadas o inadecuadas, dóciles o no, pero no pueden ser calificados moralmentye de buenos o malos. Sujeto moral sólo puede serlo el hombre.


7.3. IMPERATIVO HIPOTÉTICO Y CATEGÓRICO

Pero ¿cuando actuamos moralmente bien? Aparentemente puede parecer que siempre que me ajuste a la ley, a la norma, actúo bien moralmente, pero no es así. Si mi acción se ajusta a la norma por casualidad o por interés, esperando algo a cambio, tal acción carece de valor. Kant dirá que está regida por lo que denomina un IMPERATIVO HIPOTETICO. El mandato o imperativo que me mueve a actuar se somete a una condición y el acto que lo obedece pierde todo mérito. Por ejemplo si alguien ayuda a su vecino a cambio de que éste le proporcione un ascenso, aunque el hecho de ayudar es positivo en sí mismo, la acción carece de mérito.

Para que una acción resulte moralmente valiosa debe regirse por lo que Kant denomina IMPERATIVO CATEGORICO. Tales mandatos, surgidos del fondo de nuestra conciencia ordenan incondicionalmente. Si tu deber es ayudar a tu vecino, hazlo sin esperar nada a cambio, simplemente porque esa es tu obligación como ser humano. De este modo y únicamente de este modo la acción moral tiene verdadero valor ético. Cualquier condición desvirtúa el valor moral de la actuación, incluso si esta condición está referida a un bien futuro o espiritual. Si obro esperando recompensa eterna ya actúo con miras a un interés y la acción está sometida a un Imperativo hipotético.

7.4. ETICAS MATERIALES Y ÉTICAS FORMALES

Las éticas que a lo largo de la historia han propuesto un fin al que se subordina la acción -por muy espiritual que sea este fin- son denominadas por Kant ETICAS MATERIALES. Tanto da que ese fin sea el placer del epicureismo ("come moderadamente PARA conseguir una vida placentera"), como la vida eterna del cristianismo ("honra a tus padres si quieres la salvación"). Lo que prima en ellas es la materialidad del interés, no el valor de la acción moral en sí misma. Kant propone la ETICA FORMAL: la que propugna obrar bien por el valor de la propia acción en sí misma.

Por lo tanto lo que kant pretende es que la acción moral se refiera exclusivamente a su forma, no a su materia. Así en los ejemplos anteriores, la ayuda que se presta o la moderación en el comer, son la materia de la acción, y la forma es la razón por la que se hace. Esta última es realmente la que importa. Si se ayuda por interés como si se hace altruistamente, el acto de ayudar es el mismo, pero el valor moral es distinto y sólo si se hace sin esperar algo a cambio se puede juzgar como meritoria. Es decir, lo importante es la forma de la acción no la materia efectiva de la misma. Por eso la ética kantiana es una ETICA FORMAL.

7.5. EL DEBER

La ética de Kant obliga, en definitiva, a actuar POR DEBER y la expresión del IMPERATIVO CATEGORICO puede adoptar diversas formulaciones, aunque todas inciden en esta necesidad: la de actuar porque esa es tu obligación moral. La expresión concreta del IMPERATIVO CATEGORICO adopta en Kant diversas formas: "Obra de manera que puedas querer que el motivo que te ha llevado a obrar sea una ley universal", "Obra de manera que uses siempre al hombre siempre como un fin nunca como un medio"; "Obra de manera que uses a la humanidad como un fin, nunca como un medio"

7.6. LA LIBERTAD Y LOS POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA

Mas lo relamente decisivo no ha sido todavía dicho. La clave de todo esto es el reconocimiento de algo absolutamente fundamental, latente en los planteamientos anteriores y supuesto fundamental de los mismos, algo sin cuya realidad todo planteamiento moral auténtico quedaría aniquilado. Si lo expuesto es cierto es a causa de que el sujeto de esas acciones, susceptibles de valoración moral, tiene una cualidad que permite que lo sean. Esta cualidad sin la que todo se derrumbaría es LA LIBERTAD. Sin presuponer la libertad no puede existir responsabilidad. Es más, no existiríamos ni tan siquiera como seres humanos, no seríamos ni más ni menos que una piedra, pues estaríamos condicionados por una serie de condiciones externas que, cómo a la piedra que rueda determinada por factores absolutamente ajenos a su "voluntad", nos encadenarían inexorablemente.

Con ello hemos puesto pie en algo totalmente diferente al mundo de las "cosas". Recordemos que en la Crítica de la Razón Pura Kant ha llevado mucho cuidado en situar el "yo" en el terreno nouménico. El "Yo" está fuera de la posibilidad del conocimiento científico (Cfr. supra). Ahora, en el fondo de nosotros mismos sentimos, aunque no podemos conocerla científicamente, la característica fundamental de ese supuesto "yo": LA LIBERTAD. Estamos, pues, en contacto directo con la realidad nouménica, lo trascendente, el mundo inteligible de Platón. Hemos alcanzado con esto lo que llama Kant el primer POSTULADO de la Razón Práctica. Algo que no es posible comprender plenamente de forma como lo hace la ciencia con las cosas del mundo feoménico y tan solo suponer como condición, tan sólo puede ser postulado, supuesto.

Pero la libertad es algo que no está sometida al principio de causalidad ni a las restantes Categorías, puesto que aquello de lo que es característica esencial, el alma, nuestra esencia más recóndita e inasequible a la razón teórica, pertenece a otro mundo que el sensible. Si esto es así esa realidad tampoco debe estar sometida a las condiciones de la sensibilidad, espacio y tiempo. No tiene sentido, en consecuencia, hablar de temporalidad de ese algo libre. La INMORTALIDAD es el segundo postulado de la Razón Práctica.

El tercer postulado es algo derivado de lo anterior. Todo lo dicho exige la existencia de algo que explique y dé sentido a estas cuestiones: si soy consciente del mundo de la moralidad, de la responsabilidad y los valores en sí, debe existir aquello que sea su alfa y omega, la razón suprema donde mis aspiraciones ideales encuentren su realización y el ser y el deber ser se fundan en unidad perfecta. DIOS es ese tercer postulado que sustenta el edificio entero de la moralidad y, por tanto del ser del hombre.



TEXTOS DE KANT

TEXTO 1.

PROLOGO DE LA PRIMERA EDICION

La razón humana tiene el destino singular, en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades.

La perplejidad en la que cae la razón no es debida a culpa suya alguna. Comienza con principios cuyo uso es inevitable en el curso de la experiencia, uso que se halla, a la vez, suficientemente justificado por esta misma experiencia. Con tales principios la razón se eleva cada vez más (como exige su propia naturaleza), llegando a condiciones progresivamente más remotas. Pero, advirtiendo que de esta forma su tarea ha de quedar inacabada, ya que las cuestiones nunca se agotan, se ve obligada a recurrir a principios que sobrepasan todo posible uso empírico y que parecen, no obstante, tan libres de sospecha, que la misma razón ordinaria se halla de acuerdo con ellos. Es así cono incurre en oscuridades y contradicciones. Y, aunque puede deducir que éstas se deben necesariamente a errores ocultos en algún lugar, no es capaz de detectarlos, ya que los principios que utiliza no reconocen contrastación empírica alguna por sobrepasar los límites de toda experiencia. El campo de batalla de estas inacabables disputas se llama metafísica.


TEXTO 2. EL GIRO COPERNICANO

Se ha supuesto hasta ahora que todo nuestro conocer debe regirse por los objetos. Sin embargo, todos los intentos realizados bajo tal supuesto con vistas a establecer a priori, mediante conceptos, algo sobre dichos objetos -algo que ampliara nuestro conocimiento- desembocaban en el fracaso. Intentemos, pues, por una vez, si no adelantaremos más en las tareas de la metafísica suponiendo que los objetos deben conformarse a nuestro conocimiento, cosa que concuerda ya mejor con la deseada posibilidad de un conocimiento a priori de dichos objetos, un conocimiento que pretende establecer algo sobre estos antes de que nos sean dados. Ocurre aquí como con los primeros pensamientos de Copérnico. Este, viendo que no conseguía explicar los movimientos celestes si aceptaba que todo el ejército de estrellas giraba alrededor del espectador, probó si no obtendría mejores resultados haciendo girar al espectador y dejando las estrellas en reposo. En la metafísica se puede hacer el mismo ensayo, en lo que atañe a la intuición de los objetos. Si la intuición tuviera que regirse por la naturaleza de los objetos, no veo cómo podría conocerse algo a priori sobre esa naturaleza. Si, en cambio, es el objeto (en cuanto objeto de los sentidos) el que se rige por la naturaleza de nuestra facultad de intuición, puedo representarme fácilmente tal posibilidad. (C.R.P. pp.20-21)

TEXTO 3.

PROBLEMA GENERAL DE LA RAZÓN PURA

Representa un gran avance el poder reducir multitud de investigaciones a la fórmula de un único problema. No sólo se alivia así el propio trabajo determinándolo con exactitud, sino también la tarea crítica de cualquier otra persona que quiera examinar si hemos cumplido o no satisfactoriamente nuestro propósito. Pues bien, la tarea propia de la razón pura se contiene en esta pregunta: ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori?
El que la metafísica haya permanecido hasta el presente en un estado tan vacilante, inseguro y contradictorio, se debe únicamente al hecho de no haberse planteado antes el problema y quizá ni siquiera la distinción de los juicios analíticos y sintéticos. De la solución de este problema o de una prueba suficiente de que no existe en absoluto la posibilidad que ella pretende ver aclarada, depende el que se sostenga o no la metafísica. David Hume, el filósofo que más penetró en este problema, pero sin ver, ni de lejos, su generalidad y su concreción de forma suficiente, sino quedándose simplemente en la proposición sintética que liga el efecto a su causa, creyó mostrar que semejante proposición era totalmente imposible a priori. Según las conclusiones de Hume, todo lo que llamamos metafísica vendría a ser la mera ilusión de pretendidos conocimientos racionales de algo que, de hecho, sólo procede de la experiencia y que adquiere la apariencia de necesidad gracias a la costumbre. Si Hume hubiese tenido presente nuestro problema en su universalidad, jamás se le habría ocurrido semejante afirmación, que elimina toda filosofía pura. En efecto, hubiera visto que, según su propio razonamiento, tampoco sería posible la matemática pura, ya que ésta contiene ciertamente proposiciones sintéticas a priori. Su sano entendimiento le hubiera prevenido de formular tal aserto.

La solución de dicho problema incluye, a la vez, la posibilidad del uso puro de la razón en la fundamentación y desarrollo de todas las ciencias que contengan un conocimiento teórico a priori de objetos, es decir, incluye la respuesta a las siguientes preguntas:

¿Cómo es posible la matemática pura?
¿Cómo es posible la ciencia natural pura?

Como tales ciencias ya están realmente dadas, es oportuno preguntar cómo son posibles, ya que el hecho de que deben serlo queda demostrado por su realidad. Por lo que se refiere a la metafísica, la marcha negativa que hasta la fecha ha seguido hace dudar a todo el mundo, con razón, de su posibilidad. Esto por una parte; por otra, ninguna de las formas adoptadas hasta hoy por la metafísica permite afirmar, por lo que su objetivo esencial atañe, que exista realmente.
(C.R.P. pp.54-55)


TEXTO 4. EL ESPACIO ES UNA FORMA A PRIORI DE LA SENSIBILIDAD

1. El espacio no es un concepto empírico extraído de experiencias externas. En efecto, para poner ciertas sensaciones en relación con algo exterior a mi (es decir, con algo que se halle en un lugar del espacio distinto del ocupado por mí) e, igualmente, para poder representármelas unas fuera (o al lado) de otras y, por tanto, no sólo como distintas, sino como situadas en lugares diferentes, debo presuponer de antemano la representación del espacio.

2. El espacio es una necesaria representación a priori que sirve de base a todas las intuiciones externas. Jamás podemos representarnos la falta de espacio, aunque sí podemos muy bien pensar que no haya objetos en él. El espacio es, pues, considerado como condición de posibilidad de los fenómenos, no como una determinación dependiente de ellos, y es una representación a priori en la que se basan necesariamente los fenómenos externos. En consecuencia, tal representación no puede tomarse, mediante la experiencia, de las relaciones del fenómeno externo, sino que esa misma experiencia externa es sólo posible gracias a dicha representación.

TEXTO 5. NECESIDAD DE LA SENSIBILIDAD Y DEL ENTENDIMIENTO

Si llamamos sensibilidad a la receptividad que nuestro psiquismo posee, siempre que sea afectado de alguna manera, en orden a recibir representaciones, llamaremos entendimiento a la capacidad de producirlas por sí mismo, es decir, a la espontaneidad del conocimiento. Nuestra naturaleza conlleva el que la intuición sólo pueda ser sensible, es decir, que no contenga sino el modo según el cual somos afectados por objetos. La capacidad de pensar el objeto de la intuición es, en cambio, el entendimiento. Ninguna de estas propiedades es preferible a la otra: sin sensibilidad ningún objeto nos sería dado y, sin entendimiento, ninguno sería pensado. Los pensamientos sin contenido son vacíos; las intuiciones sin conceptos son ciegas. Por ello es tan necesario hacer sensibles los conceptos (es decir, añadirles el objeto en la intuición) como hacer inteligibles las intuiciones (es decir, someterlas a conceptos). Las dos facultades o capacidades no pueden intercambiar sus funciones. Ni el entendimiento puede intuir nada, ni los sentidos pueden pensar nada. El conocimiento únicamente puede surgir de la unión de ambos. Mas no por ello hay que confundir su contribución respectiva. Al contrario, son muchas las razones para separar y distinguir cuidadosamente una de otra. Por ello distinguimos la ciencia de las reglas de la sensibilidad en general, es decir, la estética, respecto de la ciencia de las reglas del entendimiento en general, es decir, de la lógica.

TEXTO 6. LA APERCEPCIÓN

No pueden darse en nosotros conocimientos, como tampoco vinculación ni unidad entre los mismos, sin una unidad de conciencia que preceda a todos los datos de las intuiciones. Sólo en relación con tal unidad son posibles las representaciones de objetos. Esa conciencia pura, originaria e inmutable, la llamaré la apercepción trascendental. El que merezca tal nombre se desprende claramente del hecho de que hasta la más pura unidad objetiva, es decir, la de los conceptos a priori (espacio y tiempo) sólo es posible gracias a la relación que con esa unidad de conciencia sostienen las intuiciones. La unidad numérica de esa apercepción sirve, pues, de base a priori a todos los conceptos, al igual que lo diverso del espacio y del tiempo lo hace respecto de las intuiciones de la sensibilidad.

TEXTO 7. LAS CATEGORÍAS POSIBILITAN LA EXPERIENCIA

No podemos pensar un objeto sino mediante categorías ni podemos conocer ningún objeto pensado sino a través de intuiciones que correspondan a esos conceptos. Igualmente, todas nuestras intuiciones son sensibles y este conocimiento, en la medida en que su objeto es dado, es empírico. Ahora bien, el conocimiento empírico es la experiencia. No podemos, pues, tener conocimiento a priori sino de objetos de experiencia posible.
Aunque tal conocimiento está limitado a la experiencia, no procede totalmente de ésta, sino que tanto las intuiciones puras como los conceptos puros del entendimiento son elementos cognoscitivos que se hallan a priori en nosotros. Ahora bien, dos son los modos según los cuales podernos pensar una necesaria concordancia de la experiencia con los conceptos de sus objetos: o bien es la experiencia la que hace posibles estos conceptos, o bien son estos conceptos los que hacen posible la experiencia. Lo primero no ocurre, por lo hace a las categorías (ni por lo que hace a la intuición pura sensible), ya que ellas son conceptos a priori y, por ello mismo, independientes de la experiencia. Consiguientemente, nos queda sólo la otra alternativa, a saber, que las categorías contengan, desde el entendimiento, las bases que posibiliten toda la experiencia en general. (C.R.P., pp. 175-176)

TEXTO 8. LAS "IDEAS" TRASCENDENTALES

Entiendo por «idea» un concepto necesario de razón del que no puede darse en los sentidos un objeto correspondiente. Los conceptos puros de razón que ahora consideramos son, pues, ideas trascendentales. Son conceptos de la razón pura, puesto que contemplan todo conocimiento empírico como determinado por una absoluta totalidad de condiciones. No son invenciones arbitrarias, sino que vienen planteadas por la naturaleza misma de la razón y, por ello, se refieren necesariamente a todo el uso del entendimiento. Son, por fin, trascendentes y rebasan el límite de toda experiencia, en cuyo campo no puede hallarse nunca un objeto que sea adecuado a la idea trascendental. Cuando se menciona una idea, se dice muchísimo desde el punto de vista del objeto (en cuanto objeto del entendimiento puro), pero poquisimo desde el punto de vista del sujeto (es decir, en relación con la realidad de ese objeto bajo condiciones empíricas), precisamente porque tal idea nunca puede darse en concreto, en cuanto concepto de un maximum, de modo que tenga correspondencia. Dado que en el uso meramente especulativo de la razón esto último constituye realmente todo lo que ella persigue y dado que la aproximación a un concepto que nunca es alcanzado en la práctica equivale a un concepto completamente fallido, decimos de éste que es una simple idea. (C.R.P., p. 318)

TEXTO 10. "SER" NO ES UN PREDICADO REAL.

Evidentemente, «ser» no es un predicado real, es decir, el concepto de algo que pueda añadirse al concepto de una cosa. Es simplemente la posición de una cosa o de ciertas determinaciones en si. En su uso lógico no es más que la cópula de un juicio. La proposición «Dios es omnipotente» contiene dos conceptos que poseen sus objetos: «Dios» y «omnipotencia». La partícula «es» no es un predicado más, sino aquello que relaciona sujeto y predicado.

TEXTO 9. SEGUNDA ANTINOMIA
TESIS

Toda sustancia compuesta
consta de partes simples y no
existe más que lo simple o lo
compuesto de lo simple...
Prueba

En efecto, si suponemos
que las sustancias compuestas
no constan de partes simples,
no queda ‑si suprimimos
mentalmente toda composición‑ ninguna parte Compuesta ni (al no haber partes simples) ninguna parte simple. No queda, pues, nada, ni puede darse, consiguientemente, ninguna sustancia. Por tanto, o bien es imposible suprimir mentalmente toda composición, o bien debe quedar, tras la supresión de ésta, algo que subsista sin
composición, es decir, lo simple. En el primer caso, lo compuesto no constaría, por su parte, de sustancias (puesto que la composición es una relación meramente accidental en las sustancias, las cuales, en su Calidad de seres permanentes, tienen que subsistir con independencia de ella). Como este caso se halla en contradicción con lo que hemos supuesto, nos queda sólo el segundo, a saber, que los compuestos sustanciales del mundo consten de partes.
La consecuencia inmediata que de ello se sigue es que las cosas del mundo son todas entidades simples; que la composición es un estado meramente exterior a las mismas,
y que, si bien nunca podemos
aislar o separar por completo
de su estado de cohesión las
sustancias elementales, la razón tiene que concebirlas
como los sujetos primarios de
toda Composición y, por ello
mismo, como entidades simples
ANTÍTESIS

Ninguna cosa compuesta consta de partes simples y no existe nada simple en e] mundo.

Prueba

Supongamos que una Cosa compuesta (en cuanto sustancia) consta de partes simples. Como toda relación externa, y toda composición formada por sustancias, sólo es Posible en el espacio, éste debe constar de tantas partes como en ocupe lo compuesto. Ahora bien, el
espacio no consta de partes,
Sino de espacios. Por consiguiente, cada parte de lo compuesto tiene que Ocupar un
espacio. Pero las partes absolutamente primeras de todo compuesto son simples. Lo simple ocupa, pues, un espacio. Ahora bien, todo lo real que ocupa un espacio comprende en sí una variedad de elementos que se hallan unos fuera de otros, siendo, por tanto, compuesto, un compuesto real formado, no por
accidentes (que, sin una sus‑
tancia, nunca pueden estar
unos fuera de otros), sino por sustancias. Lo simple sería, pues, un compuesto sustancial, lo cual es contradictorio.
La segunda proposición
de la antítesis, según la cual no hay nada simple en el mundo, sólo quiere decir lo siguiente: la existencia de lo absolutamente simple no puede demostrarse a partir de ninguna experiencia o percepción, ni externa ni interna, Lo absolutamente simple es, pues, una simple idea cuya realidad ob‑
jetiva jamás puede hacerse
evidente en una experiencia
posible.
Aplicación y de objeto en la
Exposición de los fenómenos.
En efecto, supongamos que


[1] J.M. Navarro Cordón, T. Calvo, Historia de la Filosofía, Anaya, Madrid, 1978.
[2] No se olvide que lo que está en mi mente, lo que conozco, las "cosas" que ahora veo, son SIEMPRE "representaciones". Lo auténticamente exterior a mí, el "noúmeno", esta siempre "más allá" de mí. Para comprender a Kant hay siempre que partir de Descartes. Este afirmaba que "yo soy una cosa pensante", que tiene pensamientos (en sentido amplio). Y ese "tener pensamientos" incluía lo que veo y toco: estoy seguro de que toco la mesa; es decir, estoy seguro de que "pienso" mesa. La duda era si a ese "pensar" la mesa CORRESPONDIA "fuera" de mí una cosa real (equivalente a lo que Kant entiende como noúmeno), independiente y "en sí". Descartes resolvía el problema con la garantía divina y emprendía el camino del racionalismo: la mesa "pensada" se corresponde con una mesa fuera que, al menos, tiene extensión. Pero Kant está curado de tales dogmatismos por Hume: la última realidad que conozco es la impresión y no sé si fuera de la impresión hay una realidad o no. Kant corregirá ambas posturas afirmando que alguna realidad tiene que haber (similitud con Descartes), aunque lo único que conozco de tal "realidad en sí" es su "representación" en mí (similitud con Hume).